domingo, 2 de noviembre de 2008

Madrid: cuatro noches, cuatro días

Modelo: Encarnita Abellán / Maquillaje y peluquería: Lorena Alonso


Madrid apagaba sus luces al compás de sirenas frenéticas, taxis blancos, chinos vendiendo latas de cerveza en la esquina de Fuencarral y prostitutas, mientras el resto de la ciudad se recogía. Nani respiró profundamente. Sus brazos se convirtieron en autopistas de luz, sus ojos parpadeaban como el neón y sobre su piel se distribuían aleatoriamente reflejos de pequeños puntos luminosos que conseguían que su belleza se intensificase de tal manera que difícilmente habría pasado desapercibida. Era una mujer infinitamente hermosa.

Sin embargo, horas después, con cada mañana la ciudad vencida renacía y regresaba menos intensa pero igualmente diferente a como Nani se sentía por dentro. Los neones habían sido sustituidos por desayunos y los chinos por gente leyendo la prensa tranquilamente. Creyó estar viviendo otra realidad, una dimensión paralela, con ritmos descaradamente diferentes.

Se acercó a un escaparate y apoyó la cabeza contra él con los ojos cerrados, apretando los párpados. Necesitaba saber que se descubriría ella misma, tranquila y sin misterio, frágil, proyectándose más allá de las sonrisas efímeras que le dedicaban gente que apenas conocía. Fijó la mirada con nerviosismo sobre su imagen reflejada. Un extraño estremecimiento recorrió su cuerpo mientras una lágrima iniciaba un viaje incompleto.

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